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domingo, 17 de febrero de 2013

CONSEJOS PARA LA CUARESMA





10 PUNTOS
PARA
UNA CUARESMA DISTINTA
1) Despréndete de tantas palabras huecas y sin sentido: llénate de la Palabra de DIOS. 

2) Abona tu FE con la participación diaria en la Eucaristía. Un peregrino, no puede llegar al final de su trayecto, sin saber por qué o por quién lo hace.

3) Carga tu conciencia con la rectitud del Espíritu. No caigas en la tentación de pensar  que, tu conciencia, es aquello que te da la posibilidad de realizar o pensar lo que creas conveniente. Deja que Dios  la eduque.

4) Vive con sobriedad estos días. No por tener mucho se es más feliz. La felicidad la da el uso correcto y sensato de las cosas, no el despilfarro ni la simple apariencia.

5) Busca, insistentemente, un espacio de silencio. Para lo que queremos no hay inconvenientes ni cansancio. Una iglesia puede ser la mejor sauna para el cuerpo y el espíritu.

6) Recapacita sobre quién necesita de tu comprensión o de tu perdón. Si estás enojado con alguien, derriba esos muros que os separan. Si, por el contrario, otros están distantes de ti, no dudes en pedir perdón.

7) Lee, cada noche, un trozo de la Palabra de Dios. ¿De qué nos sirve una mesa si no se sirve comida? ¿Para qué una valiosa joya si nunca se luce? La Biblia es la perla más preciosa y, no siempre la más codiciada, en un hogar cristiano.

8) Haz oración. No pienses que es difícil. Es cuestión de ponerse. Si fueras a un médico, te diría que el funcionamiento del corazón es muy difícil de explicar. Pero, el paciente sin saber tanto, siente que en su interior se mueve con dos movimientos. La oración es el palpitar de Dios con el hombre y del hombre con Dios.

9) Bríndate generosamente. Haz algo, aunque sea pequeño, en favor de alguna causa. Pero, sobre todo, cuando lo realices ofréceselo a Dios. No te conviertas en un simple miembro de una “ong”. Como cristiano, la fuente de tu hacer el bien, está en Dios y no el altruismo.
 
10) Busca la paz. Trabaja por ella en lugares tan cercanos como el trabajo o la familia. ¿De qué nos sirve añorar la paz en el mundo si, luego, somos incapaces de conseguirla en nuestros pequeños campos de batalla?